Autor: Esteban Navarro.

Sevilla. Año 1952. Un hombre muere de una peritonitis en las primeras páginas. En este punto comienza la historia. Te atrapa el principio tan ajetreado que te lleva a descubrir un árbol geneálogico que extiende sus ramas lo justo para que no te pierdas en ellas.

Al entierro faltan dos parientes cercanos, dos hermanas que poseen un estanco. Son tan antipáticas que casi nadie le da mucha importancia. Sin embargo alguien decide ir a buscarlas y se las encuentra asesinadas en el suelo del establecimiento.

Cabe la posibilidad de que ya conozcas este crimen. Es un asesinato que ocurrió realmente y del que Esteban Navarro se sirve para aumentar la desconfianza de la que se rodeó la resolución del mismo. Tres muchachos, delincuentes de poca monta, fueron condenados al garrote vil por cometer tal atrocidad. La ciudad de Sevilla dudó de la culpabilidad de los acusados. Coleaban los métodos policiales de la Guerra Civil, que no había terminado para muchos sino que había virado en una, no menos cruel, guerra fría, donde seguían existiendo verdugos de todo tipo y de cualquier bando.

La noticia corre como la pólvora. Los allegados de las víctimas recuerdan cómo esas mujeres fueron incluso capaces de entregar a un familiar en la guerra. En su casa guardan una carta de un alto mando militar de entonces. ¿Quiénes eran realmente? ¿Por qué las asesinaron tanto tiempo después de dar por terminada la contienda bélica?

Guardias civiles, policía armada, su propia familia…Todos se ven implicados en una trama que salta de la realidad a la ficción, azuzándote a curiosear en la web cada vez que aparece un nuevo hilo del que tirar y que tiene como protagonista un nombre propio.

La trama nos lleva a distintas ciudades, entre ellas a Almería. Estas páginas las devoré, por motivos evidentes, y me concedieron unos minutos de distanciamiento. Salí de la investigación para sonreír cuando leía nombres de calles, lugares y, sobre todo, tópicos de la provincia. Disfruté mucho esta parte, fue toda una sorpresa.

Asistes al nacimiento de ETA y a la emigración de los españoles de una Comunidad Autónoma a otra, te subes en un coche de la época y recuerdas muchas marcas de objetos cotidianos que siempre oímos de nuestros mayores o que incluso llegamos a ver nosotros. La ambientación se ha alimentado de todo ello pero lo que desbordan las páginas de la historia son diálogos. Numerosas conversaciones que podrían hacerte sentir uno más allí presente. De hecho, diré que me suele encantar encontrármelos porque le dan mucho ritmo a la novela, pero a veces me ha sobrado alguno en el que se comunicaban hechos que el lector ya conocía con anterioridad.

Los capítulos son cortos y cumplen su función de agilizar la lectura. Aunque la estructura no es lineal no te pierdes en ningún momento porque el autor nos guía al añadir las fechas de lo que va a narrar y, además, lo contado llega en el momento oportuno para que el lector entienda el por qué de lo que va ocurriendo o lo que va sintiendo el personaje.

El sentido de la novela no te lo voy a desvelar. A mí me sorprendió y me hizo pensar. Te diré que no es una simple sucesión de hechos para llegar al asesino. Va más allá. Encontrar al asesino no va a ser el objetivo que te marques en Verdugos. Pero de eso te darás cuenta tú solo.

Si te gusta la novela policíaca, te recomiendo que leas también otras reseñadas en el blog como El mal de Corcira, mucho más enfocada a la evolución de ETA, y Terra Alta, centrada también en la investigación de un doble asesinato.

Autor: Esteban Navarro.
Autopublicado en Amazon.
Nº de páginas: 272
Fecha de publicación: mayo 2020.

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