Autor: Haruki Murakami.

¿Cuánto piensas en tu adolescencia? Yo suelo recordar a aquella persona que vivía en mí y le pregunto: “¿Tú qué harías ahora?”. Casi nunca responde, porque se volatilizó. Me dejó. Sin embargo, su esencia sigue orientándome. Tomo a aquel ser como el yo “antes de”, el que aún no estaba impregnado de la viscosidad en la que a veces nos envuelve la vida y supone la razón por la que lo busco, me busco.

Watanabe es un chico joven que estudia y trabaja en Tokio a finales de los años 60. Su mejor amigo se suicidó hace tres años y, bueno, la vida continuó. Había que sobreponerse y caminar. Y parece que lo logra. Está en Tokio, ¿no? Ha salido de lo rural, se está labrando un futuro, lo rodean personas de todo tipo y la residencia universitaria parece el lugar perfecto para convertirse en el centro y origen de las aventuras que toca vivir.

Es un personaje capaz de mantener el equilibrio sobre el alambre como un funambulista y despertar la admiración de quienes lo perciben así. De pronto, lo observas detenidamente y no te atreves a afirmar que su caminar haya sido hacia el frente, ni que se haya movido un ápice siquiera. Y entonces lo conviertes en débil y quieres consolarlo. ¿De qué? Porque tampoco parece necesitarlo. ¿Quieres que sea de otra forma? ¿Podría ser diferente?

Naoko es amiga de Watanabe y fue novia del amigo que se suicidó. El sendero que a ella se le abrió se cruzó en alguna curva con el de Watanabe. Y cuando esto ocurre, son las personas quienes deciden si desean recorrer juntos alguna distancia o si ya no merece la pena. Su sonrisa es tan luminosa como esporádica e inesperada.

Murakami juega con el ánimo del lector continuamente, porque si hasta ahora te he descrito personajes en los que destaca la indiferencia o la apatía, no desesperes. Todo Ying tiene su Yang y es ahí donde entran en juego Reiko y Midori. Dos chicas con una existencia que mereces descubrir.

Hace bastante que terminé de leer la novela y sigo pensando en ella. Es la primera que leo del autor y sorprende la verdad que hay en ella. Es pura verdad. Las circunstancias no determinan el carácter de una persona si ésta no se deja atrapar. Nos puede ocurrir lo mismo a ti y a mí, y, sin embargo, una salir indemne y la otra tocada para siempre. ¿Por qué? ¿Es solo cuestión de actitud? ¿O quien sale indemne solo está haciendo teatro para soportar mejor el siguiente golpe? Me he hecho muchas preguntas con este libro. Quiero pensar que la alegría, aunque sea a veces forzada, termina engañando al cerebro, que se alía finalmente con ella hasta que la sonrisa conquista el cuerpo y el alma.

Un dato: el suicidio ha supuesto un gran problema entre la población japonesa desde hace décadas. En los años 60 se produjeron unos 15000 al año y hacia los primeros años del siglo XXI esa cifra se duplicó. Todo ello a pesar de la Ley Básica de prevención del suicidio que el gobierno se vio obligado a elaborar en el año 96. Así, aparte de ser una gran lectura, considero que en su día debió ser muy necesario que el autor alzara la voz y visibilizara qué pasa con el suicidio y hasta dónde llegan las réplicas de semejante terremoto.

Si has leído a Murakami, recomiéndame en comentarios con qué libro suyo seguir. Y si eres fan de la literatura japonesa, puedes aconsejarme también alguno distinto. Tengo en casa Soy un gato de Natsume Soseki, ¿qué te parece?

Título: Tokio Blues

Autor: Haruki Murakami

Nº de páginas: 381

Año de publicación: 1987

Año de la edición: 2005

Tusquets Editores

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2 comentarios

  1. Tu reseña es de lo mejor que haya yo podido leer jamás acerca de Murakami, y este justamente famoso Tokio blues: ¡Bravo!
    Llena de razón y contándonos lo mínimo de la trama.
    Yo amo todos los libros de Murakami, podría destacar Kafka en la orilla,que le tengo un cariño especial.
    Por decir alguno similar a Tokio blues, Años de peregrinaje del chico sin color es una buena opción

    1. Emiliano, muchas gracias por tus palabras. He seguido con la literatura japonesa leyendo La dependienta de Sayaka Murata y Kokoro, de Natsume Soseki. Sin embargo, ninguno de los dos me ha llegado como este de Murakami. Me apunto los dos que citas y gracias de nuevo. Nos vemos cada día donde los adictos a las lecturas acudimos. Saludos.

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