He terminado Los nombres propios, de Marta Jiménez Serrano, a pesar de que he intentado alargar las últimas sesenta páginas repartiéndolas en los últimos tres días. Comienzas la historia de Marta en una piscina, como si fuera su primer recuerdo de la infancia. Ahí se dibujó en mi mente el mío porque me trasladó, no al lugar, sino al momento paralelo. El suelo de terrazo frío del salón de mi abuela en verano, tumbada sobre él junto a mis primos, saboreando un polo de naranja o de limón. Seguí leyendo animada por el disparadero de sonrisas que prometía ser el libro que apoyaba en mis manos. Algo de eso hay, además de ternura, miedos, descubrimientos, soledad, incomprensión, rebeldía, tristeza, libertad… La lista de palabras que habitan aquí dentro es extensa, quizá tanto como las que aparecen impresas.

Belaundia Fu narra quién es Marta, lo que siente y lo que percibe a su alrededor. Es su amiga invisible. A veces, adorable. Otras, insoportable por honesta. Belaundia Fu es esa voz que le hace dudar sobre si algo está bien o mal, le obliga a plantearse qué sentimiento expresar y si será validado o rechazado. Sobre todo, por ella misma. ¿Estaré haciendo lo correcto?, parece plantearse. Pero Marta ha de vivir, como todos, para conocer lo que le inquieta. Adelantarse nos conduce a la ansiedad porque no garantiza el éxito, y para aprenderlo no hay atajos.

Belaundia Fu habla en segunda persona, claro, y es la narradora de la historia, le habla a Marta. Como lectora, me había encontrado este narrador en La perla, de Steinbeck, donde no me cuestioné demasiado el sentido de la novela, y en La cruz de Euge, de Luis A.D. Mirado, en la que se sabe claramente quién hay detrás de la voz del narrador, pero no es lo habitual. Por lo general es un tipo de narrador que se me hace extraño si no está bien justificado para el lector. Aquí, la autora le da entidad a ese narrador, a esa voz. La convierte en un personaje más. Una genialidad que le otorga todo el sentido para quienes nos estamos bebiendo las páginas de Los nombres propios. Y está escrita en presente, que me encanta por el ritmo que aporta a las escenas. ¿Y sabes esa moda de hacer saltos al pasado para comprender los capítulos narrados en presente? Pues aquí te topas con lo contrario, prolepsis, o saltos al futuro, continuos, poniéndote la miel en los labios para que no seas capaz de cerrar el libro. Maravilla.

Una vez sumergida en la novela, vas a transitar por la infancia, la adolescencia y la juventud de Marta. Te abre las puertas de su casa, familia, amigos… Vas a vivir los hitos que marcan o han marcado su existencia, mostrándote que todos los tenemos, recordándote los tuyos. Siento que me ha contado dos historias, la suya y la mía en unas pocas páginas, porque ni siquiera es muy larga… ¡Menuda capacidad de síntesis!

En cuanto al significado del título elegido por la autora, creo que si contara mi visión haría algo de spoiler, por lo que sólo puedo reflejar lo que me despertó: las ganas de elaborar mi propia lista de nombres propios, los que van marcando el curso de mi evolución personal.

¿Que si te recomiendo Los nombres propios? Muchísimo. No digo más.

Título: Los nombres propios

Nº de páginas: 229

Editorial Sexto Piso

Fecha de publicación: marzo 2021

Fecha de la edición: octubre 2023

Más lecturas reseñadas...

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio esta protegido por reCAPTCHA y laPolítica de privacidady losTérminos del servicio de Googlese aplican.

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Ver Política de cookies
Privacidad