Autor: Stevenson

¡Bah…! Historias de piratas. Así, con dejadez y desinterés me refería a La isla del tesoro cuando era adolescente y seleccionaba otra lectura en la que zambullirme, permitiéndome llegar casi a los cuarenta sin sumergirme en esta clásica aventura.

Resulta que son bucaneros, y no piratas a secas. Y que no todos los personajes lo son. Muchos marineros, eso sí. También sinvergüenzas, borrachos y desalmados. Alguno se salva, no pierdas la esperanza. El caso es que si ya sabes que son bucaneros, te sitúas entre los siglos XVII y XVIII, además de conocer que uno de sus objetivos era hacerse con las posesiones españolas en América. Al final del texto te dejo un enlace para que curiosees sobre los distintos tipos de piratas.

La historia de La isla del tesoro comienza cuando Jim y su madre acogen en su taberna y su pensión a un “viejo lobo de mar” con un cofre misterioso, cerrado y custodiado con celo. Este señor, de aspecto lúgubre y fuerte olor a brea, pasa los días y las noches comiendo, bebiendo y caminando. Tan mal pagador como desagradable en su trato, supondrá el inicio de la primera gran aventura del joven Jim Hawkins.

La isla a la que hace referencia el título ya nos cuenta cuál será la trama principal y única del libro: buscar un tesoro en una isla. El desarrollo de la historia es lo mejor de la misma. La decisión de embarcarse, la gente que lo acompaña, las razones de cada uno… Stevenson te lo cuenta, con la voz de Jim en primera persona, con minucioso detalle. Al ser Jim quien da su punto de vista, el lector ya sabe que quien narra está sano y salvo tras la compleja travesía. Eso no me restó ilusión al ir avanzando en la lectura sino todo lo contrario, me tranquilizaba saber que Jim había vuelto de una pieza de lo que muchas veces se manifiesta como un descalabro de magnitudes épicas.

En un par de capítulos el narrador cambia porque de otra manera sería muy difícil para el lector hacer un ejercicio de deducción que, a buen seguro, le desmotivaría por el esfuerzo innecesario y por la laguna que se crearía en la narración lineal que rige la novela. Era, en mi opinión, la mejor solución para no perder el hilo principal de la historia.

Ser bucanero era un espacio exclusivo para hombres. De ahí que la madre de Hawkins, honrada y buena esposa, sea el único personaje femenino del libro. Además de encarnar las características opuestas a las que asociaríamos a un simple pirata.

Entre los personajes masculinos hay de todo un poco. Más viejos y más jóvenes, piadosos y ateos, leales y mercenarios, sabios e ignorantes, honorables y desacreditados por sus vivencias. La mayoría sanguinarios, he de decir. Con todo, Stevenson consigue entretener, y mucho. Hay una sucesión continua de escenas en las que se intercalan el conflicto y su solución que te mantienen interesado la mayoría del tiempo.

Así, entre misterios y aventuras, el autor te muestra temas sobre los que reflexionar. ¿Ser honrado hasta el final aún a riesgo de tu propia vida? ¿Confiar es, a veces, saber cerrar los ojos a tiempo? ¿Hay profesiones tan vocacionales que superan cualquier circunstancia o es que la profesión es el refugio para la mente cuando nos rodea la incertidumbre y el miedo? ¿Amistad o interés?

La muerte puebla gran parte de las aventuras de Hawkins y los demás. Ahora no me arrepiento de haber esperado a superar la adolescencia para leerlo, que por entonces era yo muy ñoña y habría rechazado continuar con la lectura, perdiéndome para siempre este periplo marinero que ya no voy a olvidar.

La isla del tesoro no es solo una historia de piratas. Definitivamente no. Y así aprendí a no juzgar un libro ni por título, temática o año de su publicación.

¡Ah! El enlace prometido está aquí. Y otro sobre el nombre de la bandera pirata, Jolly Rogers.

Título: La isla del tesoro.

Autor: Robert Louis Stevenson.

Nº de páginas: 278

Editorial Espasa Calpe.

Año de publicación: 1883

Año de la edición: 2005

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