Autores: Ana Ballabriga y David Zaplana.

La historia de una pieza de museo robada puede sacudir los cimientos de quien menos se lo espera.

Cuando tienes un libro entre las manos no recuerdas qué tiene de bueno un ebook. Después, aparece un aviso de Amazon Kindle en tu móvil y todo vuelve a su ser. Creo recordar que algo así ocurrió cuando adquirí Tras el sol de Cartagena. También hubo algo de imantación causada por la buena sensación que me llevé de la ciudad los días que la visité.

Allí vive Ginés, un historiador que subsiste con medios trabajos pero vive de la fortuna familiar en una céntrica casa de Cartagena. Su rutina y su percepción de la realidad están a punto de cambiar tras la noticia de un robo en un museo.

Aurelio es un señor que vive casi en la calle y se dedica a buscar tesoros en los contenedores.

Elisa, una joven a la que todo parece importarle poco.

Irene es una chica convencional absorbida por los preparativos de su inminente boda.

Antonio es un famoso constructor de su ciudad.

Hay más personajes con su propia historia. Es curioso cómo todos son parte de un mismo engranaje. La novela está estructurada en numerosos capítulos, de lenguaje sencillo y cotidiano, cortos o muy cortos en su mayoría. Comienzan a contar la vida de los protagonistas, siempre en tercera persona, y al devorar las primeras páginas tienes la sensación de que llevas varios libros a la vez. Resulta atractivo sentir cómo sus páginas dejan la inconexión para tejerse uniformemente, enfatizando cada carácter y cada acontecimiento con la misma intensidad.

La mirada que asientas sobre los personajes no siempre va en consonancia con la forma de proceder de éstos. Los autores los describen desde varias perspectivas, según quienes protagonicen las escenas, por lo que los lectores podríamos concluir que la opinión que nos hacemos de ellos y que creemos totalmente libre, está minuciosamente acotada y controlada.

Cuando un autor, o autores, en este caso, nombran los itinerarios por una villa enumerando una calle tras otra, suele cansar. Creí que esto sucedería a la vista de las primeras descripciones de Cartagena. Sin embargo, esta dinámica se va relajando y los sucesos, encuentros y relaciones sorpresivas van eclipsando lo anterior. Queda solamente la convicción de que quien escribe vive o disfruta de los lugares plasmados en tinta. Es notable además la tarea de documentación previa para hilar la Historia de Cartagena con la trama de la novela tan naturalmente y con tanta imaginación.

Así, al interés que siente el lector por el curso de la novela en sí, se suma el aprendizaje de una realidad pasada que decora y, al mismo tiempo, supone la esencia del devenir de los personajes.

Lo que sí hay, bastante, y bien enlazado, es difusión de la rica gastronomía cartagenera. De la misma forma, las expresiones de la zona son utilizadas en los diálogos. Todo esto aporta realidad a la trama, la asienta en un contexto cercano.

Si hubiera que poner un pero sería para el epílogo. No por lo que narra, que resulta útil para el sentido final de la obra, sino porque me pareció denso para la finalidad que creo que persigue.

En resumen, es una novela coral con intriga y emociones que merece la pena incluir en el historial de libros vividos y disfrutados.

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1 comentario

  1. No lo he leído pero….. lo anoto en mi lista!!!!!! 😉

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