Como pez en el árbol

Autora: Lynda Mullaly Hunt.

¡Qué fácil es valorarse a través de la comparación con nuestros iguales! Nada más infantil y torpe. Además, resulta que la conclusión será equivocada. En primer lugar, porque esos “iguales” nunca lo son, pero un niño necesita que se lo digas y así no cortocircuitar y entrar en la zona de peligro, repleta de complejos, inseguridades o traumas.

Ally ha cambiado varias veces de colegio y no consigue aprender a leer. Ha llegado a sexto de Primaria. Ha inventado mil maneras de suplir sus dificultades y, sin embargo, jamás ha pedido ayuda. Lo que puede parecer una sencilla dificultad de aprendizaje, la conduce a un agujero cada vez más profundo que la hace incapaz de alcanzar la espontaneidad propia de alguien de su edad o la amistad sin condiciones. Se retrae. La mentira y el arte de desaparecer entre una multitud se convierte en una virtud en ese mundo paralelo en el que cree que nadie es como ella.

A veces ocurre que la vida derrumba el muro que nos hemos construido alrededor para protegernos. El señor Daniels, el nuevo maestro, es ese misil que se dirige hacia Ally con un objetivo claro: hacerle ver que sí es diferente y que los demás también lo son. No te puedo contar cómo… Una pena, porque me encantaría escribir muchas palabras sobre esto.

Dice la autora en la portada que esta es una novela sobre la dislexia. Sí, lo es. Añadiría que lo mejor de la historia es entrar en una clase llena de niños de verdad, con conflictos y charlas que podrías encontrar en cualquier colegio de hoy. Un espacio en el que la amistad, la inclusión, la empatía, la entrega, el compañerismo, el aprendizaje de lo que no aparece en el currículo o la responsabilidad de un maestro, conviven de mejor o peor manera. Valores que emergen naturalmente o que son traídos por lo vivido en el aula, pero necesarios dentro y fuera de un centro escolar en la vida de cualquier alumno.

Keisha seguramente se haya convertido en mi personaje favorito. Junto con Albert representan los dos extremos del camino de Ally. Avanzar hacia una buena autoestima o retraerse hacia un mundo interior donde la sola idea de poner un pie en el borde, marea. Cuando le hinques el diente al libro, ya me dirás si crees que los tres caminan acompasados o no.

Los personajes secundarios enriquecen los capítulos, tal y como las personas que no son protagonistas en nuestra vida, enriquecen nuestra existencia. Las páginas están repletas de diálogos y los capítulos son cortos, ingredientes ambos para que, una vez zambullida en la lectura, no te baste nunca con leer un poco más.

Si eres maestra o maestro, vas a sonreír y recordar por qué elegiste la profesión. También te vas a indignar por la desgana que existe en nuestro gremio, como en todos, por cierto.

Si no eres maestro y tienes hijos, no dejes de leerlo, porque necesitas saber a qué se enfrentan los niños cada día. Una clase llena de otros niños con los que no han elegido convivir durante uno, dos o más cursos. Pasan con ellos muchas horas al día, necesitan aprender a entenderse, a escucharse y a cuestionarse que hay muchos caminos que transitar. ¿Cómo elegir el correcto?

Voy a contarte un secreto. Creo… No, no… Estoy segurísima de que las palabras bien escogidas son capaces de abrir el sendero hacia la solución para un montón de problemas. Escritas, leídas, escuchadas… Pero bueno, al fin y al cabo, soy fan de las palabras, ¿qué podría decir? Ojalá te contagies de mi afición.

Título: Como pez en el árbol

Autora: Lynda Mullaly Hunt

Número de páginas: 255

Editorial: Nube de tinta

Año de publicación: 2015

Año de la edición: 2021

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